domingo, 2 de agosto de 2015

Poesía: El infinito



El hombre de blancas arrugas sollozaba.
Posado en el abismo de la esperanza,
esperaba con ansias el orgullo de su alma.

El alba asomaba en el poniente infalible,
su blanca melena reflejaba la luz cegadora.

Sus ojos, clavados en la esencia.
Sus pies, cansados por la espera.
Sus manos, cercanas a la galaxia
y su blanca piel, fue enrojecida.

-Despierta mi bella piedra,
mi galaxia desmesurada.
Despierta mi pequeño universo,
te doy vida tras mis tantos años.-

Y así fue, como el despertar
de una nueva época fue concedida.

El hombre de blancas arrugas,
el infinito desmesurado,

prodigio de las enseñanzas.

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