Hay un momento donde uno patea las bases de sus creencias
sobre la escritura y la publicación de libros al ver pasar libros por sus
manos, celulares y PCs diciéndose que algún día participaría de ese aluvión de
letras congregadas para expandir las historias que se cuentan y leen. Yo creía
en los libros como algo santo, algo inalcanzable para mi persona, productos de un
esfuerzo titánico digno de un mártir literario. Hoy, al emprender esta carraca
como blogger-escritor-lector
empecé a darme cuenta que este mundo es más simple de lo que aparenta, que es
más simple obtener los logros que me aparentaban imposibles. Sólo hay una clave
para todo: Esfuerzo. Pero no el simple esfuerzo de empujar una piedra o un
auto, o aquel que realizamos para llegar cinco minutos antes a clase; no, el
esfuerzo del que hablo es aquel que necesitamos para romper un hábito, para cambiar
como personas. Aquel esfuerzo que realizamos para transmutarnos en una nueva
expresión de nosotros mismos.